Debido a que los organismos deben enfrentar los factores del ambiente para persistir, a lo largo de la evolución se han producido diversas adaptaciones; éstas son características útiles al organismo que resuelven problemas con respecto al ambiente y le permiten dejar descendencia a la generación siguiente. Las adaptaciones son producidas por selección natural y los factores ambientales que fomentan la evolución de ellas se denominan agentes selectivos. Ejemplos de tales adaptaciones pueden ser de naturaleza anatómica —el pico del colibrí—; conductual —evitar un riesgo—; fisiológica —la resistencia al DDT o a la escasez de agua—; inmunológica —resistencia a parásitos—, etcétera.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el desarrollo de las adaptaciones no es, de ninguna manera, ilimitado. Existen numerosas limitantes para el desarrollo de adaptaciones, entre las que podemos mencionar: 1] falta de variación genética en las poblaciones y 2] existencia de dos posibles soluciones internas ante un recurso limitado externo. En este último caso, el principio de asignación establece que un organismo tiene una cantidad limitada de recursos con los cuales debe realizar funciones esenciales, como obtener alimento, defenderse contra parásitos, buscar pareja, aparearse, reproducirse y cuidar crías. Por lo tanto, el desarrollo de una adaptación particular dependerá de la energía remanente, toda vez que las funciones vitales de supervivencia y mantenimiento hayan sido cubiertas. Por ello, dejar mucha descendencia no es posible si esto compromete la supervivencia.