Las mismas situaciones que conducen a la depresión pueden producir ansiedad, e incluso una combinación de ambas. La ansiedad puede manifestarse mediante taquicardia, sudoración en las manos y malestar estomacal. Sentimientos leves de ansiedad pueden fungir como medios adaptativos positivos, ya que permiten mantener la concentración y mejorar el rendimiento en ciertas actividades. Sin embargo, cuando la ansiedad es excesiva, irracional y se presenta en todas las situaciones, se convierte en un trastorno emocional que impide funcionar normalmente.
Los tres principales tipos de ansiedad son:
Se ha observado que el temperamento es un factor que juega un papel importante en el desarrollo de un trastorno de ansiedad. Los adolescentes tímidos y retraídos corren mayor riesgo de padecerlo. También los antecedentes familiares son un factor de riesgo, pues si alguno de los padres padece este trastorno hay más probabilidades de que los hijos lo presenten.
El trastorno de ansiedad, así como los miedos reales o imaginarios, impiden disfrutar la vida. Las personas con ansiedad frecuentemente adaptan su vida para evitar el objeto o las situaciones que las hacen sentir ansiosas o temerosas. Es importante recordar que los trastornos de ansiedad son condiciones que pueden ser tratadas; de lo contrario, pueden presentarse algunas de las siguientes consecuencias: