Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
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5.7.4 Abuso de sustancias adictivas

Las drogas son sustancias químicas que, al ser introducidas en el organismo por cualquier vía de administración, producen una alteración del sistema nervioso central (SNC). Generan una sensación de placer o descanso que motiva a la persona para volver a consumirlas. Por tal motivo, son susceptibles de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas.

La sensación placentera provocada por las drogas depende de la liberación de neurotransmisores cerebrales relacionados con las funciones motrices, las emociones y los sentimientos de placer. Prácticamente todas las drogas que causan dependencia incrementan la cantidad de dopamina. Algunas pueden liberar de 2 a 10 veces mayor cantidad de dopamina, y los efectos suelen ser más duraderos que los que normalmente produce este neurotransmisor. Dichos efectos pueden ser mayores en los adolescentes porque su cerebro no ha terminado de madurar, hecho que acontece hasta los 20 años de edad aproximadamente.

Entre muchas otras clasificaciones, las drogas pueden dividirse en legales e ilegales. Las primeras son el alcohol, el tabaco, los medicamentos OTC (por sus siglas en inglés, over-thecounter, aquellos que pueden adquirirse sin receta médica) y los fármacos prescritos por un doctor. Las drogas ilegales son todas las demás. En su mayoría son psicoactivas, es decir, intervienen directamente en el funcionamiento del sistema nervioso. Algunas drogas que son ilegales en México tienen aplicaciones médicas en otros países. Por ejemplo, en algunos distritos de Estados Unidos está permitida la prescripción de marihuana como analgésico.

Conceptos básicos sobre adicciones

La dependencia fisiológica de una droga implica que, químicamente, el cuerpo la necesita, lo que conduce a una exposición repetitiva. Esto ocasiona que la droga se metabolice más rápido y que la duración e intensidad del efecto deseado se reduzca considerablemente. En tal caso, se dice que la persona ha desarrollado tolerancia a la droga, por lo que, con el fin de obtener los mismos efectos, debe aumentar tanto la dosis como la frecuencia con que se la administra, incrementando el riesgo de sufrir una sobredosis. Una vez que la persona ha desarrollado tolerancia, experimenta efectos severos cuando se le retira la droga: ansiedad, hambre, depresión, dolor de cabeza, temblor de extremidades, etcétera. Estos síntomas, en conjunto, reciben el nombre de síndrome de abstinencia.

Por el contrario, la dependencia psicológica produce la sensación de necesitar una droga para lograr bienestar y funcionar con normalidad; sin embargo, el cuerpo no ha desarrollado una necesidad química ni tolerancia. La persona continuamente desea consumir la droga por el efecto que produce. Muchas sustancias que generan dependencia psicológica a menudo conducen al uso de otras drogas más fuertes o peligrosas, por lo que reciben el nombre de drogas precursoras. Para los adolescentes, el alcohol y la nicotina se consideran drogas precursoras. Los adolescentes que fuman son 3 veces más propensos a beber alcohol, 8 veces más a usar marihuana y 22 veces a consumir cocaína, en comparación con aquellos que no fuman.

La adicción implica dependencia fisiológica y psicológica de una droga, por lo que la persona requiere tratamiento médico para dejar su consumo. El riesgo total para la adicción se debe sobre todo a una disposición biológica del individuo, aunque un solo factor no determina si una persona llegará a ser adicta a las drogas. Los científicos estiman que los factores genéticos explican parte de la vulnerabilidad de una persona a la adicción; sin embargo, ésta puede ser influida por el género o la etnicidad, la etapa de desarrollo y el ambiente social. La tolerancia se relaciona en gran medida con la dependencia.

Alcohol

El alcohol es una droga depresora del SNC cuyos efectos dependen de la cantidad de bebida ingerida y del tiempo en el que fue consumida, así como del sexo de la persona y de la cantidad de comida alojada en el estómago. El alcohol llega al cerebro casi tan rápido como se ingiere y reduce la actividad de las neuronas. Los procesos del pensamiento se desorganizan y la memoria y la concentración se entorpecen. La toma de decisiones puede verse gravemente afectada. Asimismo, el alcohol incrementa la liberación de dopamina. El uso excesivo y prolongado de alcohol conduce invariablemente a un grave daño cerebral. Es posible que provoque una disminución del tamaño del cerebro, e incluso beber de manera moderada puede destruir neuronas.

Los efectos del alcohol también producen secuelas en otros órganos del cuerpo. El hígado oxida el alcohol, es decir, lo transforma en agua, dióxido de carbono y energía. El consumo exagerado y prolongado de esta droga puede ocasionar cirrosis hepática, una enfermedad que destruye el tejido de este órgano y lo reemplaza con tejido fibroso. En la sangre, el alcohol dilata los vasos sanguíneos y aumenta el flujo de sangre hacia la piel, ocasionando que el cuerpo pierda calor. La temperatura del cuerpo disminuye a pesar de que la piel se encuentre sonrojada y tibia. La gente que bebe y luego se expone a temperaturas frías corre riesgo de sufrir hipotermia. En cuanto al corazón, el alcohol produce un aumento en la frecuencia cardiaca y en la presión sanguínea, por lo que los riesgos de un infarto cardiaco y de una apoplejía también son mayores.

Debido a que la molécula del alcohol es muy pequeña y soluble en agua, no tiene que digerirse; puede absorberse de inmediato desde el estómago hacia la sangre. La presencia de comida en el estómago retrasa el proceso de absorción, pero la comida no impedirá que una persona se emborrache si bebe demasiado.

La Asociación Médica Americana (AMA) establece que la enfermedad del alcoholismo se desarrolla en tres fases:

Tabaco

Datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que del total de la población mundial, 30% de los adultos son fumadores. De éstos, 4 millones fallecen al año, lo que equivale a la muerte de casi 11 mil personas diarias por causas relacionadas con el tabaco. En México, más de 53 mil fumadores mueren al año por enfermedades asociadas al tabaquismo; es decir, diariamente mueren por esta causa al menos 147 personas.

La sustancia adictiva del tabaco es la nicotina, un estimulante que aumenta la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea. También está constituido por alquitrán o brea, un líquido espeso, pegajoso y oscuro que se produce al quemar el tabaco y que penetra en las vías respiratorias y los pulmones del fumador. El alquitrán, en combinación con el efecto secante del humo del cigarrillo, paraliza o destruye los cilios del epitelio respiratorio, comprometiendo este sistema de defensa. La brea, además, contiene varias sustancias carcinógenas. El humo del cigarro también está compuesto por monóxido de carbono, un gas venenoso sin color ni olor qu e pasa a la sangre a través de los pulmones. El monóxido de carbono se une a la hemoglobina de los glóbulos rojos, impidiéndoles transportar el oxígeno hacia las células del cuerpo.

Las consecuencias más graves que el cigarro produce en el organismo afectan sobre todo los sistemas respiratorio y circulatorio.

Fumar cigarrillos se asocia con los dos principales padecimientos que comprenden la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC): bronquitis crónica y enfisema. La bronquitis crónica es una condición en la cual los bronquios han permanecido inflamados durante mucho tiempo; el enfisema es una condición en la cual se destruyen los alveolos pulmonares, comprometiendo el intercambio gaseoso. El enfisema avanzado provoca que una persona use hasta 80% de su energía sólo para respirar, en lugar del 5% que utiliza una persona sana. El cáncer de pulmón, ligado directamente al humo del cigarrillo, es la causa principal de muerte por cáncer entre los hombres.

En el sistema cardiovascular, la nicotina acelera el pulso y aumenta la fuerza con la que late el corazón. Fumar contrae los vasos sanguíneos, los cuales reducen la circulación o el flujo de la sangre que va a las extremidades. Esto puede ocasionar una sensación hormigueante en manos y pies. La nicotina contribuye a la acumulación de placa en los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de insuficiencia cardiaca y de un infarto al miocardio.

Drogas psicoactivas

El resto de las drogas existentes se denominan drogas psicoactivas y se dividen en cuatro grupos principales: estimulantes, depresoras, narcóticos y alucinógenos (véase el cuadro5.5).

Clasificación de drogas piscoactivas

Los primeros tres grupos tienen valor medicinal cuando se usan correctamente, no así los alucinógenos. A continuación se presentan algunos ejemplos de drogas psicoactivas según su efecto farmacológico:

Las drogas estimulantes aceleran el SNC; causan un aumento de las frecuencias cardiaca y respiratoria, alta presión sanguínea, dilatación de pupilas y disminución del apetito. Los efectos psicológicos causados por el uso de estimulantes incluyen cambios de ánimo, inquietud y ansiedad. Los usuarios crónicos pueden experimentar alucinaciones, delirios patológicos y paranoia.

Las anfetaminas incrementan la concentración de dopamina. Se utilizan de manera ilegal para mantenerse alerta, mejorar la ejecución atlética, perder peso y contrarrestar los efectos de las drogas depresivas. Producen excitación y euforia, un sentimiento temporal de bienestar intenso o felicidad, el cual puede verse seguido de un desplome anímico completo. El usuario puede experimentar agotamiento y depresión al atenuarse el efecto de la droga. Desde finales del siglo XX se han incrementado los casos de consumo de estimulantes tipo anfetamínico en México, especialmente en la frontera con Estados Unidos, en la costa del Pacífico y en el centro del país. Los estimulantes tipo anfetamínico (v. gr.: tachas) se han puesto de moda entre los adolescentes.

La metanfetamina es un estimulante que se ha usado con fines terapéuticos, como en la narcolepsia y la obesidad. Esta droga puede inducir paranoia o incluso violencia en un individuo. Se le conoce también como speed o ice.

La cocaína es un estimulante poderoso que actúa con gran rapidez. Sus efectos duran desde 20 minutos hasta varias horas. El uso regular puede causar depresión, ansiedad, pérdida de peso y dependencia fisiológica, pues la cocaína amplifica el efecto natural de la dopamina e interviene en el circuito del placer. También es posible que su uso repetido mediante inhalación ocasione daño al tejido nasal e incluso perfore la pared que divide ambos lados de la nariz (tabique nasal). El crack es una forma de la cocaína para ser fu mada; su efecto estimulante se siente en segundos. Regularmente, los usuarios del crack experimentan dolores de garganta, carraspera y daño pulmonar. Además, el crack puede causar la muerte por fallo cardiaco o respiratorio. Esta droga es considerada extremadamente adictiva y peligrosa.

La marihuana incrementa la liberación de dopamina y afecta las células nerviosas en la zona del cerebro en donde se genera la memoria. Eso dificulta el recuerdo de eventos recientes, como lo sucedido minutos antes. Es difícil aprender bajo la influencia de la droga; para desempeñar tareas que requieren más de dos pasos, resulta necesario poseer una capacidad normal de memoria a corto plazo. Por esta razón, los estudiantes que fuman marihuana experimentan dificultades para estudiar y aprender. Además, afecta el estado de alerta, la habilidad para concentrarse, la coordinación y el tiempo necesario para reaccionar. Bajo su efecto es difícil percibir distancias y reaccionar ante señales visuales y auditivas; conducir bajo la influencia de la marihuana puede ser tan peligroso como manejar bajo la influencia del alcohol, ya que también interfiere con la percepción de la distancia y la profundidad, disminuye las destrezas de pensamiento y de juicio. El uso regular de marihuana o hashish hace decrecer los niveles de testosterona en la sangre y disminuye la producción de espermatozoides.

Las drogas depresoras o sedantes inhiben el SNC. El alcohol es un depresor; también lo son los barbitúricos, las benzodiacepinas y la metacualona. Los depresores alivian los estados de tensión y preocupación, relajan los músculos y producen sueño; asimismo, reducen la presión sanguínea y desaceleran las frecuencias cardiaca y respiratoria. Con facilidad causan dependencia física y psicológica.

Los narcóticos son drogas derivadas de la planta del opio, motivo por el cual actualmente se llaman opiáceos. Su efecto es sedante y entre ellos se encuentran medicinas para aliviar el dolor. Por lo regular, producen sueño y causan dependencia fisiológica. Las drogas hechas a partir del opio pueden ocasionar un nivel de letargo o sueño tan profundo que reduzca la respiración, hasta provocar estados de coma o la muerte.

El cuerpo humano naturalmente produce sus propias sustancias opioides que fungen como neurotransmisores. Los opioides endógenos modulan las reacciones ante los estímulos de dolor. También regulan las funciones vitales, como el hambre y la sed. Además, participan en el control del estado de ánimo, en la respuesta inmune y otros procesos. Los opioides exógenos, como la heroína y la morfina, se unen a los receptores de los opioides endógenos, produciendo los mismos efectos. Reducen la excitabilidad de las neuronas y producen euforia, e incluso pueden generar alteraciones endocrinas y del sistema nervioso autónomo, cambios en el estado de ánimo y en la percepción del dolor, disminución de la motilidad gastrointestinal, somnolencia, náusea, depresión respiratoria y vómito.

Los alucinógenos son drogas que alteran el estado anímico, los pensamientos y la percepción sensorial, desde la visión, la audición y el olfato, hasta el tacto. No se reconoce aplicación médica para este tipo de droga.

Drogas de diseño y de imitación

Son sustancias sintéticas que imitan los efectos de los narcóticos y los alucinógenos. Una de las drogas de diseño más conocida es el éxtasis. Su composición química combina los efectos que producen la metanfetamina (estimulante) y la mezcalina (alucinógena). El éxtasis puede ocasionar un sentimiento de euforia a corto plazo y la supresión de ciertas inhibiciones en relación con otras personas. Potencializa los efectos de la dopamina. Además, ocasiona confusión, depresión, paranoia, psicosis, aumento en la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea y daño permanente de las células del cerebro.

Las drogas de diseño pueden ser cientos de veces más fuertes que las drogas que imitan. Entre los síntomas que producen se encuentran temblores incontrolables, babeo, lenguaje incoherente, parálisis y daño cerebral irreversible.

Las drogas de imitación se caracterizan porque se parecen físicamente a las drogas ilegales particulares. Con estas drogas el usuario nunca sabe con exactitud lo que está ingiriendo. Por ejemplo, el speed de imitación puede contener dosis altas de cafeína y medicamentos para el catarro (pseudoefedrina). Estas mezclas pueden causar frecuencia cardiaca peligrosamente rápida, cambios en la presión sanguínea, comportamiento extraño, nerviosismo y problemas de respiración. Usar este tipo de drogas o mezclarlas con otras es sumamente peligroso.

Los esteroides

Los esteroides anabólicos son derivados sintéticos de la hormona masculina llamada testosterona. Estas sustancias ayudan a desarrollar los músculos en pacientes con enfermedades crónicas. Algunos atletas las consumen ilegalmente. Su uso causa cambios repentinos en el estado de ánimo y un comportamiento anormal, violento y agresivo. Otros efectos secundarios serios incluyen alta presión sanguínea, acné, calvicie, riesgo de sufrir daños hepáticos, predisposición a enfermedades del corazón, crecimiento de vello en la cara y en el cuerpo, y apoplejía como resultado de la obstrucción de arterias cerebrales. Además, los varones pueden experimentar depresión, una disminución en la producción de esperma y en el tamaño de los testículos, así como un aumento en el tamaño de los senos. Las mujeres, en cambio, pueden experimentar una disminución en el tamaño de los senos. Su uso se asocia con la falsa creencia de que hacen a la persona más fuerte; aunque estas drogas amplían el tamaño de los músculos, la fuerza física sólo se incrementa al ejercitarlos.

Posibles vacunas

Actualmente continúan las investigaciones que tienen por objetivo crear vacunas dirigidas a personas adictas a la cocaína, las metanfetaminas, la nicotina y la heroína. La vacuna contra la adicción a la nicotina es la que se encuentra en fase de experimentación más avanzada. Las moléculas de estas drogas son tan pequeñas que logran atravesar la barrera hematoencefálica y, además, no provocan una respuesta inmunológica, como ocurre con los virus y las bacterias que causan enfermedades. La vacuna contra la droga consiste en una molécula muy parecida a la droga, pero adulterada, con el fin de que sea reconocida por el sistema inmune como una sustancia extraña. Así, el organismo creará anticuerpos que se unen a la droga en el torrente sanguíneo y forman una molécula lo suficientemente grande para que no atraviese la barrera hematoencefálica y, de esta manera, no se presente el efecto placentero que causa la adicción.


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