Los agentes químicos, ya sean sólidos, líquidos o gases, poseen importancia en la exposición laboral debido los efectos que generan en el cuerpo humano.
Causan una respuesta inflamatoria en la zona del cuerpo con la que entran en contacto. Principalmente atacan la piel, las mucosas, las estructuras externas del ojo y el sistema respiratorio. Un ejemplo claro es la dermatitis de contacto producida en las manos de los albañiles por contacto directo entre la piel y el cemento.
Son sustancias químicas sólidas que se depositan en los pulmones tras ser inhaladas y generan una reacción fibrótica en la cual el tejido pulmonar es sustituido por cicatriz. Los mineros inhalan de manera involuntaria polvos del ambiente interno del socavón; así, desarrollan prontamente una enfermedad pulmonar llamada neumoconiosis, que los incapacita para trabajar. A mediados del siglo pasado en México, la causa más frecuente de neumoconiosis fue la exposición al polvo de loza (asbesto) en la industria de la cerámica (véase la figura 6.4).
Son aquellas sustancias químicas que, independientemente de la vía de entrada al organismo, generan efectos sistémicos. Por lo general, se clasifican según el órgano o sistema que más afectan. Un ejemplo de ello son los plaguicidas y fertilizantes, que principalmente dañan el sistema nervioso de los campesinos que los manipulan.
Son sustancias que deprimen el sistema nervioso central. La exposición de pintores y carpinteros a los gases procedentes del thinner y las pinturas comerciales puede ocasionar efectos sedantes, somnolencia, náuseas, vómito, disminución de la motilidad intestinal e incluso alteraciones endocrinas.
Son sustancias que impiden la llegada del oxígeno inhalado a los diferentes tejidos del cuerpo humano. Los trabajadores de la industria de la vulcanización respiran monóxido de carbono, una sustancia producida por la combustión del hule y que desplaza el oxígeno de la hemoglobina en la sangre. Asimismo, cabe considerar la exposición de los taxistas a contaminantes ambientales durante largas jornadas de trabajo (véase la figura 6.5).
Estos agentes no afectan a todos los trabajadores que se exponen a ellos, sino sólo a quienes desarrollan hipersensibilidad. Por ejemplo, los recolectores de algodón pueden producir alergia a las fibras orgánicas y al polen.
Son sustancias que favorecen la aparición de cáncer al alterar la estructura celular. Los trabajadores de la petroquímica y refinerías están expuestos al benceno, sustancia química que predispone la aparición de cáncer en la sangre, es decir, leucemia.