Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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7.4.2 Hipertensión arterial sistémica

La presión arterial se produce a partir de la contracción de los ventrículos. Para fines clínicos, se mide durante la sístole y la diástole del ciclo cardiaco (véase el apartado 2.1). La presión sistólica normal debe ser de 100 a 120 milímetros de mercurio (mmHg), y la diastólica de 60 a 80 mmHg. El diagnóstico de hipertensión arterial sistémica (HAS) procede cuando una persona presenta en más de tres ocasiones una presión sistólica igual o mayor a 140 mmHg o una presión diastólica igual o mayor a 90 mmHg. En caso de encontrar cifras intermedias entre la normalidad y la hipertensión, el individuo es considerado prehipertenso, de modo que deberá iniciar medidas terapéuticas no farmacológicas, como una dieta baja en sal, ejercicio, evitar la obesidad, etcétera.

La HAS se clasifica en primaria y secundaria, según su etiología. La primera se refiere a todos los casos en los que la causa de la hipertensión se mantiene indefinida. La segunda, a las escasas ocasiones en las que se puede determinar una causa específica de la hipertensión; por ejemplo, secundaria a enfermedad renal o a alguna alteración hormonal. La HAS primaria es mucho más frecuente que la secundaria y, en México, corresponde a la gran mayoría de los casos, por lo que, en adelante, sólo se hará referencia a ella.

En los adultos mayores, la HAS constituye un problema de salud pública, ya que se presenta en más del 50% de ellos. Desafortunadamente, sólo uno de cada tres hipertensos es diagnosticado a tiempo; los otros dos conocen la existencia de su enfermedad hasta que presentan alguna complicación.

Al igual que la diabetes mellitus, la HAS puede mantenerse asintomática en etapas iniciales de la enfermedad, e incluso puede conservarse así por muchos años. El síntoma más frecuente de la hipertensión es el dolor de cabeza, que es bastante inespecífico y pocas veces favorece la búsqueda de atención médica. Asimismo, el paciente puede experimentar chillido en los oídos, visión de puntos luminosos, mareo y percepción de palpitaciones en la nuca o el pecho.

Los factores de riesgo para desarrollar HAS son sobrepeso, tabaquismo, alcoholismo, ingesta abundante de sal, dieta rica en grasas saturadas, mínima o nula actividad física, antecedentes familiares de la enfermedad y estilo de vida agitado con preocupaciones constantes (véase el cuadro 7.3).

Las complicaciones agudas de la HAS comprenden sangrado nasal difícilmente controlable, hemorragia ocular, infarto cardiaco, hemorragia cerebral y edema pulmonar, entre otras. Las complicaciones crónicas afectan diversos órganos como ojos, riñones y corazón (véase el cuadro 7.4). Es común que un mismo individuo simultáneamente padezca diabetes mellitus e hipertensión, causa de que las complicaciones crónicas se potencien dado que, en su mayoría, afectan a los mismos órganos.

El tratamiento de la HAS incide en una modificación general en el estilo de vida. En primer lugar, la dieta deberá incluir un alto contenido en frutas, verduras, alimentos bajos en grasas y poca sal. Asimismo, el paciente hipertenso deberá bajar de peso en caso necesario, eliminar el consumo de alcohol y tabaco, y realizar ejercicio aeróbico bajo consejo médico. Existen diversos medicamentos para el control de la presión arterial; sin embargo, deberán ser manejados en conjunto con las medidas generales.

Tabla
Nota: Al comparar los factores de riesgo y las complicaciones para diabetes mellitus e hipertensión arterial, resulta evidente que una afecta a la otra y, por lo tanto, padecer ambas aumenta significativamente el riesgo de sufrir las complicaciones mencionadas.


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Para prevenir la aparición de hipertensión hay que vigilar periódicamente la presión arterial, controlar el peso corporal, realizar ejercicio físico, disminuir el consumo de sal y grasas, y eliminar los hábitos de consumo de alcohol y tabaco.


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