Es importante tener en cuenta que aunque los requerimientos de calorías, vitaminas y minerales aumentan durante el embarazo, la alimentación de la madre no debe ser excesiva, sino balanceada, sobre todo si la embarazada es adolescente, ya que existe competencia entre ella, que se encuentra en crecimiento, y su feto, que requiere de nutrientes para desarrollarse. La madre debe ingerir 300 calorías adicionales, 30 gramos de proteínas extras y complementos vitamínicos diarios para ayudar al desarrollo fetal y permitir el crecimiento de ciertos tejidos.
Si la dieta de la madre no es adecuada, pueden presentarse carencias nutricionales; las más frecuentes son niveles bajos de calcio, fosfatos, hierro y vitaminas. Es recomendable agregar a la dieta de la madre un suplemento que contenga ácido fólico, hierro, zinc y calcio para asegurar que sus necesidades y las del feto estén cubiertas y prevenir trastornos. Es frecuente que la mujer embarazada desarrolle anemia provocada por deficiencia de hierro, lo que impide que el transporte de oxígeno a través de los glóbulos rojos de la sangre funcione adecuadamente. La ingesta de ácido fólico ayuda a prevenir defectos del sistema nervioso central en el feto; se recomienda su ingesta desde tres meses antes del embarazo.