El concepto de espacio geográfico puede entenderse de diferentes maneras, dependiendo de la corriente de pensamiento en que se ubique quien reflexiona al respecto. una de las interpretaciones de este término lo define como el ámbito físico en el cual se desenvuelven las actividades humanas en su conjunto y forma parte de la estructura social existente. Puede decirse que todos los lugares de la superficie terrestre constituyen el espacio geográfico y esta aseveración lleva a considerar que el espacio es absoluto, es decir, que en él se puede señalar la ubicación de los objetos o puntos mediante un sistema de coordenadas –longitud y latitud– y de líneas que conectan a varios lugares entre sí, lo que resulta en una concepción de tipo geométrico. Entonces, el espacio absoluto debe entenderse como un ámbito en el que se incluyen los objetos.
Lo anterior se complementa con el concepto de espacio relativo, que dice que el espacio no sólo contiene a los objetos geográficos, sino que los acontecimientos que afectan a éstos también forman parte de él. Así, por ejemplo, hablar de la existencia de una ciudad, a la que podemos localizar mediante su longitud y latitud, implica tomar en cuenta los fenómenos sociales que en ella se manifiestan, como los índices de pobreza, la morbilidad y las actividades económicas que la caracterizan.
Esta manera de interpretar el espacio corresponde a la idea de espacio humanizado, que es una de las más representativas respecto a este concepto. En tiempos recientes, la forma en que se concibe el espacio geográfico ha sido objeto de estudio de la geografía y ha originado un intenso debate que enriquece sustancialmente la labor de los geógrafos. Hay quien considera el espacio geográfico como una más de las estructuras sociales y, como tal, está sujeto a las condiciones que afectan a la sociedad; en consecuencia, no es inmutable sino eminentemente dinámico y cambiante.
Pero también habrá que considerar que el espacio tampoco debe separarse del concepto de tiempo, mediante el cual se llega a la idea de que la sociedad se desenvuelve en una dimensión espacial-temporal; es decir, que los procesos sociales localizables en el espacio también deben ubicarse en el tiempo para poder entenderlos e interpretarlos de manera adecuada.