La idea de identidad se refiere al sentido de pertenencia que un individuo o un grupo social posee con respecto a su lugar de origen. La identidad colectiva es la más importante porque involucra situaciones de mayor trascendencia que las que pueden influir en una sola persona. El lugar que habita una comunidad adquiere un significado cultural específico. Precisamente a eso se refiere el término lugar, que es el espacio en que se vive, al que se le imprimen rasgos afectivos –como la toponimia o la idea de solidaridad entre coterráneos– y que posee un dinamismo emanado de la presencia humana.
El lugar posee diversos atributos que sirven de referencia a sus habitantes para establecer un vínculo con él. Los factores naturales como el relieve, la hidrografía o los elementos bióticos marcan la forma de vida de una sociedad y le confieren a ésta un factor de identificación con el espacio que contiene a esos elementos. Igual sucede con las expresiones culturales como la lengua, la indumentaria, la gastronomía o la música, que son hitos para referenciar la forma en que los grupos sociales utilizan su entorno.
La identidad surge de un acto eminentemente consciente y se apoya en elementos simbólicos. Sin embargo, no debe ser considerada inmutable porque las circunstancias que la hacen posible pueden variar con el tiempo y los grupos se adaptan a esos cambios con mayor o menor rapidez. Es un hecho que los habitantes de una localidad siempre hallarán la manera de establecer la interrelación con el lugar en el que habitan.
Junto con el lugar, el idioma es uno de los pilares de la identidad de una sociedad y es fundamental porque es el que posibilita, en primera instancia, la comunicación entre los miembros de una colectividad. Sin embargo, existen otros elementos que integran la identidad; una serie de símbolos que son introducidos a través de la educación y que proporciona el Estado a los ciudadanos, como la bandera, los himnos nacionales, el culto a los héroes, las fechas de las gestas históricas, factores que auxilian en el desarrollo del nacionalismo, que no es sino una expresión de la identidad. La manifestación de estos elementos son los que explican por qué los ciudadanos ofrecen incluso su vida en aras de defender la integridad del país al que pertenecen.