La participación de México en diversos organismos políticos y económicos, así como en foros internacionales, ha sido muy activa en los últimos decenios. Su inserción en la globalización inició en 1982 de una manera más formal cuando se produjo en nuestro país un desequilibrio fiscal de gran magnitud y un uso desmedido de la deuda para financiarlo. La incertidumbre y las salidas de capital finalmente condujeron a una devaluación de la moneda mexicana (peso), situación que se agravó con la baja de los precios del petróleo. Ante la imposibilidad de México para cubrir sus compromisos, el Fondo Monetario Internacional financió la deuda a cambio de que el gobierno mexicano firmara una carta de intención donde se comprometiera a eliminar prácticas proteccionistas, modificar su estructura arancelaria y promover incentivos para exportaciones. Estos compromisos se cumplieron al pie de la letra y en 1986 México suscribió su adhesión al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (General Agreement on Tariffs and Trade, Gatt), fundado en 1947, y en el que México había participado sólo como observador. Este organismo tuvo como tarea agrupar a los gobiernos de los diversos países del mundo para facilitar el comercio internacional. En 1995 el Gatt se transformó en la organización Mundial de Comercio y se convirtió en un mecanismo para el intercambio de compromisos en materia de política comercial, dictando los códigos de conducta a seguir por los Estados miembros.
En 1992 el gobierno mexicano firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y Estados Unidos. Fue ratificado por el Senado de la República Mexicana en noviembre de 1993 y publicado en el Diario Oficial en diciembre de ese mismo año. Finalmente, entró en vigor el 1 de enero de 1994. Con este tratado comercial, México culminó el proceso de apertura de sus fronteras hacia el exterior.
Dicho tratado fue la respuesta a una intensa dinámica comercial que México practicó a nivel mundial. Con él se pretendía, a través de la liberalización comercial, aumentar las ventajas del comercio recíproco y elevar el nivel de vida de los habitantes de los países firmantes mediante la eliminación de las barreras de comercio; asimismo, promover las condiciones para una competencia real, incrementar las oportunidades de inversión, proteger los derechos de propiedad intelectual, establecer procedimientos efectivos para la aplicación del tratado, efectuar la solución de controversias, fomentar la cooperación trilateral, regional y multilateral, además de promover las modificaciones de la legislación federal, estatal y municipal que entraran en conflicto con el tratado. Algunos ejemplos de los acuerdos firmados son:
Este tratado forma parte de un cambio estructural económico total en México, consistente en la incorporación a la economía de libre comercio, globalizada, donde se conforman bloques económicos regionales, como el de la unión Europea (UE), Mercado Común del Sur (Mercosur), o el acuerdo Asia Pacífico de Cooperación Económica (APEC).
El TLCAN firmado por México se convirtió en un detonador de la política exterior mexicana para el logro de acuerdos con diversos países de América Latina (Chile, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua, Salvador, Guatemala, Honduras, Uruguay, Colombia), de Europa (todos los que integran la unión Europea, así como Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza, mediante la Asociación Europea de Libre Comercio) y de Asia (Israel y Japón).
Con la dinámica expuesta, México se integra de lleno a la política de globalización económica de bloques comerciales, en el camino trazado por Estados Unidos, Canadá, la unión Europea y Japón, para constituir un mercado mundial, dirigido por organismos políticos internacionales como la organización de las Naciones unidas (ONU), el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la organización Mundial de Comercio (OMC).
Es importante mencionar que no todos los países están a favor de que se lleven a cabo este tipo de políticas económicas basadas en una apertura comercial total, y que sean unos cuantos países y organismos los que dicten las reglas de operación o marquen las pautas de consumo. Países como Brasil, Venezuela, Bolivia y Argentina, cuestionan este modelo en el que las economías periféricas siguen condenadas a permanecer como abastecedoras de materias primas, con tecnología atrasada y salarios extremadamente bajos.
Actualmente, se cuestiona si los tratados de libre comercio realizados por México han ocasionado un impacto desfavorable en la economía mexicana, ya que en relación con los países de América Latina se tienen ventajas importantes, pero en relación con Europa y Estados Unidos no se puede decir lo mismo.