La existencia de los recursos no debe considerarse asegurada para la humanidad. Su uso debería hacerse bajo la premisa de que el exceso en el consumo de un recurso puede lesionar la existencia de otros, afectando así la unidad que la naturaleza posee por sí misma, que es un todo armónico.
La supervivencia del género humano sobre el planeta depende de la preservación de esa armonía; por ello adquiere relevancia la aplicación de medidas de conservación de los recursos con el fin de evitar su agotamiento, tarea que exige la participación de toda la humanidad. Las circunstancias prevalecientes en el mundo actual, sin embargo, dificultan al máximo una labor de esa dimensión. Es por esta razón que la geografía se interesa en abordar dicha temática que afecta a la sociedad en su conjunto.
El modelo económico predominante parece no tener entre sus prioridades la conservación de los recursos; al contrario, su objetivo está dirigido a llevar la producción de bienes de consumo a un nivel máximo para satisfacer mercados que se manifiestan como devoradores de recursos de todo tipo, situación que está llegando a niveles alarmantes en cuanto a la disponibilidad de ciertos recursos, como los energéticos fósiles.
El surgimiento de conceptos como desarrollo sostenible y gestión ambiental indican la preocupación de algunos sectores sociales respecto a la situación de los recursos naturales en el mundo, pero poco ha podido hacerse ante el poder de las empresas que dominan actualmente la actividad económica, cuyos intereses parecen estar por encima de la misma sociedad. La crisis energética, la disminución de las reservas de agua potable y el deterioro del suelo agrícola son tres ejemplos de las consecuencias que conlleva el uso descontrolado de los recursos naturales básicos y estratégicos. Esta situación se revertirá sólo con la participación internacional conjunta.