La fuente primaria de energía es el Sol, cuyo flujo energético ha originado la vida en la Tierra. La energía solar es el motor del ciclo hidrológico, de la fotosíntesis, en fin, de todos los recursos que utilizamos. La sociedad requiere de un suministro ininterrumpido de energía; el proceso de utilización de ésta no es eficiente, ya que hay pérdidas en cada una de las cuatro etapas de que consta y también se generan residuos que no pueden ser aprovechados.
Los recursos energéticos se clasifican en no renovables y renovables. El primer tipo incluye a los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y a los minerales radiactivos; se les llama también energéticos convencionales. Se denominan así porque han sido generados en un ciclo cronológico largo, es decir, por procesos geológicos que duran miles o millones de años; al usarlos se van agotando porque no se regeneran por sí mismos y eventualmente se terminarán.
Los energéticos renovables existen de modo permanente en la naturaleza. La existencia de sus fuentes es compensada por regeneración natural y serán inagotables sólo si el consumo no rebasa su capacidad de reproducción. La energía hidráulica es la única fuente energética convencional y renovable; las otras energías renovables, también llamadas alternativas, son la eólica, la biomasa, la solar, la maremotriz y la geotérmica.