El ambiente marino es rico en elementos que se utilizan para alimentar a grandes núcleos de población. La pesca es una actividad muy antigua, anterior a la agricultura.
El 80% de los productos del mar son comestibles y proporcionan un alto porcentaje de proteínas de origen animal fácilmente digeribles, ácidos grasos, vitaminas y minerales. El 20% restante se destina a elaborar productos como la harina de pescado, que se utiliza para la alimentación de ganado. Los recursos pesqueros incluyen también algunas plantas que crecen en el océano, como el fitoplancton, que es la base de la productividad orgánica del mar, y otras de mayor tamaño, como las algas de mares tropicales y templados, que tienen usos variados en distintas ramas industriales.
El potencial pesquero del mar es muy amplio; la mayor parte de los organismos que se extraen mediante la pesca son peces, crustáceos, moluscos, equinodermos, reptiles o mamíferos.
La mayoría de las especies provienen de la plataforma continental, en tanto que los mamíferos se capturan en alta mar; algunos crustáceos y moluscos habitan en las áreas pelágicas. Los peces se mueven a través del mar en grandes grupos llamados cardúmenes, y su captura requiere de artes de pesca y embarcaciones especializadas. En la actualidad se ha desarrollado tecnología de punta para auxiliar las labores de captura.
Crustáceos como el camarón y la langosta habitan en los mares tropicales y subtropicales, en tanto que los cangrejos con valor comercial son propios de las áreas septentrionales del Pacífico y del Atlántico. Los moluscos tienen mayor diversidad en cuanto a su distribución geográfica; entre ellos, el calamar es el de más alto valor comercial y se captura en latitudes bajas. Los peces tienen asimismo una distribución diversa y algunas especies migran periódicamente en cardúmenes, como la sardina, la anchoveta y el atún; este último se captura principalmente en mares tropicales y subtropicales.
Los recursos pesqueros han estado sometidos a un intenso ritmo de explotación y, pese a que pueden considerarse abundantes, no están exentos de agotamiento. En los últimos decenios la demanda de productos pesqueros ha aumentado a causa del crecimiento poblacional. La creciente extracción ha puesto en crisis algunos de los bancos pesqueros más importantes. La principal causa es que el ritmo de captura supera la tasa de reproducción de distintas especies, como ocurrió con el bacalao y el arenque del océano Atlántico y con el arenque y la anchoveta en el Pacífico. Por ello es urgente aplicar medidas para proteger la productividad de las aguas oceánicas; debemos empezar por establecer una captura racional mediante la adopción de una legislación internacional.
Otras medidas necesarias son la disminución de los vertidos contaminantes a los océanos, la utilización de especies hasta ahora poco aprovechadas o el hallazgo de nuevas especies comerciales, así como trasladar la captura a zonas poco frecuentadas, desarrollar nuevas técnicas de extracción y fomentar la acuicultura. Entre las alternativas para diversificar la explotación pesquera figura el krill, un pequeño crustáceo semejante al camarón, que abunda en las aguas antárticas; su captura aún espera el desarrollo de la tecnología adecuada.
La acuicultura es otra opción que en los últimos años ha alcanzado niveles importantes de productividad; requiere investigación y construcción de instalaciones, es decir, inversiones cuantiosas, por lo cual continúa limitada a regiones que sí cuentan con dichos insumos. Sin embargo, el cultivo de especies comerciales, como algunas ostras y camarones, tiende a aumentar en el este y el sureste de Asia.
Las especies de agua dulce, fluviales y lacustres, son desde los tiempos más remotos fuente de subsistencia para el hombre. Ríos y lagos albergan especies de alto contenido proteínico; sus riberas han sido ocupadas por pueblos que desarrollaron artes de pesca según su avance cultural y tecnológico y que incluye desde la captura con lanzas hasta las más modernas nasas (trampas). Las grandes cuencas hidrológicas son las áreas de producción pesquera de agua dulce y a ellas se han sumado las presas y las granjas acuícolas que hoy pueden encontrarse prácticamente en cualquier país.