Las especies animales silvestres son un recurso renovable. La fauna silvestre se relaciona estrechamente con la vegetación y su distribución geográfica se explica a partir de las regiones zoogeográficas, áreas que presentan homogeneidad climática y biológica. Se excluye de esta categoría a las especies ganaderas, es decir, a las domesticadas.
Se reconocen cinco regiones zoogeográficas; la más extensa es la Holártica, que se extiende por casi todo el hemisferio norte y abarca las áreas de bosques de climas templados y fríos, incluso la tundra. En Eurasia se le llama Paleártica y en Norteamérica Neártica, pero sus coincidencias biológicas son notables. La región Neártica se diferencia de la Paleártica por su abundancia de reptiles, pero en cuanto a la existencia de mamíferos y aves son muy parecidas.
La región Neotropical es de clima tro pical, subtropical, templado y de alta montaña e incluye selvas húmedas, bosques de montaña, sabanas, desiertos y praderas; su diversidad climática se refleja en la amplia variedad de plantas y animales. Se ubica en el continente americano, desde México hasta Tierra del Fuego. En África, al sur del Sahara, se encuentra la región Etiópica, que posee anfibios, reptiles y peces similares a los de las regiones Neotropical y oriental. Es biodiversa porque incluye áreas de clima tropical, templado y desértico que albergan selvas, sabanas y desiertos lo mismo que bosques de montaña. Es el hábitat de grandes mamíferos herbívoros.
La región oriental se extiende por Asia, al sur del Himalaya, por el Indostaní e Indochina y a través de la mayor parte del arco insular indonesio y filipino. Es una zona de elevada precipitación y temperatura, aunque al oeste de la misma esas condiciones varían notablemente y se torna semidesértica; su variada fauna la hace parecer exótica al mundo occidental. Por último, la región australiana incluye a Australia, Nueva Guinea, Nueva Zelanda, Tasmania y numerosas islas del océano Pacífico. Predominan los climas secos y templados y sólo al norte se hallan áreas tropicales; esta región tiene especies animales descendientes de otras que se extinguieron hace millones de años y ésa es su principal peculiaridad. Es el dominio de los marsupiales y los monotremas; su fauna volátil es abundante.
Las sociedades aprovechan los recursos faunísticos de diversas maneras, a través de usos que reflejan situaciones que van desde la supervivencia hasta las de carácter cultural. La presión que se ejerce sobre la población animal ha puesto en riesgo a muchas especies; algunas están consideradas en peligro de extinción y otras ya han desaparecido.
Los animales son organismos heterótrofos –no pueden sintetizar por sí mismos sus alimentos– y eso los hace vulnerables a los cambios ambientales. Herbívoros y carnívoros dependen de la existencia de plantas y de otros animales para sobrevivir, por lo cual cuando actúan factores que afectan su fuente de alimentación quedan expuestos a la desaparición. Su vulnerabilidad es alta y la alteración de las cadenas alimenticias suele afectarlos con severidad.
Por otra parte, los patrones de consumo de las sociedades urbanas, en especial de los países desarrollados, deben modificarse respecto a la utilización de satisfactores derivados de la fauna silvestre. El sacrificio de animales con el único fin de obtener trofeos de caza u objetos de ornato doméstico o personal debe detenerse cuanto antes. Las causas de la desaparición de especies animales con valor económico son múltiples y todas ellas tienen su origen en las actividades humanas.
Dos acciones para conservar los recursos faunísticos son la Declaratoria de Especie Protegida para aquellas que están clasificadas como amenazadas o en peligro de extinción, o bien, la apertura de ranchos cinegéticos con especies silvestres confinadas que puedan ser sacrificadas bajo un control estricto. En muchas partes del mundo existen dichas instalaciones; sus servicios son necesarios, pero los permisos de caza suelen cotizarse en miles de dólares. La protección a la fauna silvestre también se lleva a cabo en reservas o parques naturales, como el Serengueti, en África, que en la actualidad es el santuario faunístico más importante del mundo a pesar de las presiones generadas por factores antropogénicos y ambientales.