Plantas y animales constituyen parte del paisaje turístico. Las áreas boscosas reciben gran número de visitantes que buscan en ellas no sólo descanso y esparcimiento, sino la tranquilidad y serenidad ausentes en otros ambientes. Los bosques de coníferas y los de clima templado tienen mucha demanda; los ambientes tropicales, donde predominan alta humedad y temperatura, también registran importantes flujos de visitantes.
La fauna nativa tiene un papel preponderante en los ecosistemas, pero su rol dentro del paisaje turístico es menor porque su movilidad sólo permite observarlos en lapsos muy breves. El turismo busca nuevas maneras de vincular la biodiversidad con los recursos paisajísticos; los desiertos, las sabanas y los paisajes de tipo mediterráneo también poseen elementos que los hacen atractivos para las corrientes turísticas. En ellos, las apariciones de ejemplares de ciertas especies animales son un espectáculo que justifica el hecho de trasladarse a lugares lejanos.
Una situación especial la constituye la fauna acuática, en especial la de los mares tropicales con su abundante riqueza biológica; las migraciones de especies como la ballena representan asimismo un atractivo que es aprovechado por las empresas turísticas de todo el mundo.