Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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3.1.2 Factores de la distribución de la población

Diversos factores naturales y sociales son los responsables de la distribución irregular de la población en el planeta.

En la antigüedad, la población se agrupaba cerca de lugares accesibles a fuentes de agua, con suelos fértiles en planicies o mesetas, cercanos al mar y con climas poco extremosos. La población, en un principio nómada, se desplazaba en busca de condiciones favorables para acceder a sus alimentos o para habitar. La agricultura favoreció el sedentarismo de los grupos humanos y permitió el establecimiento de asentamientos humanos permanentes. Fue entonces cuando la población comenzó a crecer.

Hoy en día los factores naturales todavía limitan la presencia humana, al menos en zonas muy frías, secas, húmedas o cálidas del planeta.

La evolución tecnológica que ha acompañado la historia de la humanidad, también ha incidido en la distribución de la población. La tecnología moderna permite la presencia del hombre en zonas que serían inhóspitas. El uso de ventiladores y sistemas de aire acondicionado favorece la presencia humana en zonas cálidas y secas, como el norte de México, o bien en zonas cálidas y húmedas del planeta como América Central. En cambio, la utilización de sistemas de calefacción reduce las limitantes para vivir en zonas frías de países como Finlandia o Rusia.

Aun así, hay lugares donde la población no tiene acceso a la tecnología moderna. No obstante, la gente ha logrado sobrevivir a climas adversos mediante el uso de técnicas que, sin ser tan sofisticadas, permiten la presencia humana. Ejemplos de éstas son la construcción de habitaciones de madera, la utilización de calefacción mediante carbón y leña, o bien el uso de ropa que evita la deshidratación. Hoy esos lugares todavía tienen escasa población a pesar del uso de tales técnicas.

La concentración de población es notable en las inmediaciones de ríos navegables o de zonas costeras de regiones templadas y cálidas del planeta. Algunas llanuras y cuencas fluviales, así como altiplanicies lacustres con suelos fértiles, también favorecen la concentración humana, como sucede en las llanuras de la Pampa argentina o en la altiplanicie del centro de México. De igual forma, la proximidad a depósitos mineros y energéticos facilita la presencia humana en lugares como Nigeria e Indonesia.

De esta manera, la población evita establecerse en lugares con extrema aridez o la presencia de un mayor número de días con heladas y nevadas, como sucede en los desiertos del Sahara, Atacama o Arabia y las regiones polares del Ártico y la Antártida. Lo mismo sucede en lugares con exceso de agua y humedad o vegetación exuberante, como las selvas ecuatoriales africanas y de Nueva Guinea, donde hay zonas pantanosas y la población está propensa a contraer enfermedades como la malaria, el paludismo o el dengue.

Sin embargo, los factores naturales no son los únicos que condicionan la distribución de la población. La evolución histórica, económica y política son factores sociales que también determinan la concentración humana del espacio geográfico.

Los asentamientos humanos de las grandes civilizaciones de la antigüedad, como Grecia, Egipto o Mesopotamia, demuestran que los acontecimientos históricos ligados al dominio de territorios con recursos naturales han privilegiado la ocupación de algunos lugares del mundo. Las acciones políticas que conformaron la creación de los Estados también motivaron el cambio de fronteras. Incluso provocaron conflictos bélicos y éstos han sido el origen de algunos fenómenos de movilidad humana y su distribución territorial.

Pero sin duda, desde hace al menos dos siglos, la aglomeración humana en las grandes ciudades se apoya principalmente en razones económicas, como el empleo y el acceso a mejores condiciones de vida.

La costa del sudeste brasileño es una de las regiones más pobladas del mundo. La existencia de llanuras costeras cálidas y húmedas favoreció, desde la ocupación portuguesa del siglo XVI, el establecimiento de plantaciones tropicales, lo que activó un importante comercio marítimo entre Brasil y Europa. Tras la independencia obtenida hacia el siglo XIX, esta región brasileña comenzó a industrializarse y atrajo importantes corrientes migratorias. Igualmente creció la actividad financiera, comercial y turística que ha favorecido el desarrollo económico en torno a importantes centros urbanos como São Paulo, Belo Horizonte y Río de Janeiro.

Sin embargo, hay regiones del mundo con escasa presencia humana como sucede en la tundra polar, los grandes desiertos como el Sahara, la selva amazónica, las altas montañas de los Andes y la meseta del Tíbet, entre otras. Allí hay recursos naturales de gran interés económico y político que son utilizados por los mismos países o por otros que invierten y aportan la tecnología para su explotación; sin embargo, ciertas condiciones ambientales adversas o conflictos humanos limitan la presencia humana.

En contraste, hay territorios insulares que por su evolución histórica o la presencia de condiciones ambientales favorables se han convertido en zonas con elevada densidad demográfica, tal como sucede en varias islas de la zona de las Antillas, los archipiélagos indonesio y japonés o numerosas islas en el océano Pacífico ecuatorial. En algunos de esos lugares hay más habitantes por kilómetro cuadrado que en países como Mongolia o Namibia.


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