Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
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3.3.5 La relación entre la esperanza de vida y la salud

Al momento de nacer se establece la esperanza de vida, otro indicador demográfico, considerada como el número de años que se espera que viva una persona que nace en un país determinado, en donde, para su cálculo, se toma en cuenta la mortalidad de ese país. Es una cifra ideal que expresa el grado de desarrollo de cada lugar en su lucha contra la muerte y las enfermedades; sus valores han evolucionado rápidamente en los últimos cincuenta años.

A principios del siglo XX, la esperanza de vida para los países en desarrollo se situaba en torno a los 30 años y la de los desarrollados en 45 años. Actualmente los valores mínimos se encuentran próximos a los 50 años y los máximos a más de 80 años. África es el continente que presenta las menores cifras de esperanza de vida, en particular en Etiopía y Sierra Leona. En cambio, países como Japón presentan las mayores esperanzas de vida.

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La esperanza de vida relaciona las condiciones sociales y económicas del lugar donde vive la población. FUENTE: Atlas The World Bank, 2007.

Las diferencias entre estos países se deben, entre otras razones, a que poseen las mejores condiciones sanitarias y a una mayor dotación de servicios médicos con tecnología de punta para la población en general; asimismo a una alimentación balanceada y a la ausencia de conflictos armados dentro de su territorio.

Hoy en día, las mujeres viven más tiempo que los varones. En 2001, a nivel mundial, la esperanza de vida de los hombres era de 65 años; es decir, cuatro años menos que la de las mujeres (69 años). Esta diferencia puede ser mayor en algunos países, como en Rusia, donde se tienen 12 años entre la esperanza de vida femenina y masculina (72-60 años). La explicación de las diferencias de la vida promedio de ambos sexos se relaciona con la incidencia de enfermedades cardiacas, el consumo de tabaco y otras conductas de riesgo (consumo de alcohol, drogas, violencia, etcétera). Cada día estas diferencias se reducen debido a los cambios en los comportamientos femeninos que se han dado a partir del decenio de 1970.

Entre los temas de controversia actual relacionados con la esperanza de vida está el saber cuántos años más podrán vivir los hombres y las mujeres, además de reconocer en qué condiciones llegará esta población a una mayor longevidad. Por otra parte, en el futuro se requerirá de más especialistas en enfermedades geriátricas, así como estrategias para mejorar la salud de los adultos mayores.

La salud es un tema estrechamente relacionado con la esperanza de vida y con la mortalidad de la población, especialmente en los grupos de edad de mayor contraste; es decir, los infantes menores de cinco años y las personas mayores de 65 años. De acuerdo con la organización Mundial de la Salud (OMS), la salud puede definirse como un estado óptimo de bienestar físico, mental y social; y no solamente como la ausencia de enfermedad. Por tanto, las personas de edad sufren de problemas de salud con más frecuencia que el resto de la población. Los riesgos de enfermedad, de incapacidad y de muerte aumentan con la edad: aparecen síntomas de disminución física y sensorial, así como un aumento en la propensión a enfermedades crónicas.

La esperanza de vida ha ido en aumento constante en todos los países del mundo, en especial en los más desarrollados. Los factores que explican una mayor longevidad están relacionados con la mejora del nivel de vida, la instrucción y la protección social, en particular el acceso a servicios médicos.

Las enfermedades más frecuentes que padecen las personas adultas mayores son las de tipo circulatorio y del aparato digestivo, los tumores y las respiratorias. En general, los enfermos de 65 años y más permanecen en los hospitales durante periodos de tiempo más largos que el resto de la población, lo que repercute en un aumento considerable de los gastos en salud.

Un alto porcentaje de la población de mayor edad, aunque no esté enferma, presenta algún tipo de discapacidad, lo que repercute en su autonomía y bienestar. Estas personas pueden presentar problemas de orientación, en su percepción del entorno o en la interpretación de los elementos del medio, lo que los obliga a reducir su espacio de acción. También presentan problemas de independencia física (valerse por sí solos), de movilidad (incapacidad para correr, subir escaleras o andar) y otras discapacidades (visión o audición). Todo ello incide en la disminución de su calidad de vida y, por tanto, de su estado de salud.

Los problemas de salud tienen un alto costo económico que se traduce en el incremento de gastos del gobierno. Esto significa que si aumenta la proporción de personas de edad, también se incrementa la demanda de servicios médicos.

Los factores demográficos como el crecimiento de la población y las modificaciones de la estructura por edad afectan el gasto en salud de las personas de mayor edad, a lo que se agrega la cobertura de protección. Ante dicho incremento, numerosos países han intentado frenar este tipo de gastos al mejorar la eficiencia del sistema de salud. Éste ha favorecido el desarrollo de una medicina preventiva, no exclusivamente curativa.

Se espera que las generaciones futuras de personas mayores tengan una vida más larga, pues los avances médicos podrían “retrasar” la aparición de enfermedades crónicas. Además, se espera que los cambios en los hábitos alimentarios, de higiene, información y educación general transformarán este periodo de vida en una etapa más saludable.

De cualquier manera, se deberán considerar los gastos hospitalarios costosos para el tratamiento de enfermedades agudas en personas mayores, así como el gasto e inversión que generen unidades geriátricas especializadas, residencias de asistencia y personal capacitado.


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