Las migraciones internacionales | La migración externa es un fenómeno muy importante en las relaciones internacionales y presenta problemas tanto en el lugar de llegada como en los sitios de partida. A escala mundial, entre 1965 y 2005, el número de emigrantes internacionales aumentó de 75 millones hasta casi 200 millones, similar al ritmo del crecimiento de la población. Como resultado, la proporción de emigrantes se ha mantenido en todo el mundo en alrededor de 2% del total de la población. Sin embargo, estos valores no expresan la realidad ante una gran cantidad de migrantes no registrados. Aunque es evidente que la migración internacional propicia problemas para las personas, hogares y comunidades, se le puede definir como el cambio de lugar de residencia de las personas de una manera permanente.
La organización de las Naciones unidas señala que algunas de las principales causas que motivan la migración internacional son la búsqueda de una vida mejor para el migrante y su familia; las diferencias de ingreso entre distintas regiones y dentro de la misma; los conflictos políticos; la degradación del medio ambiente, incluso la pérdida de tierras de cultivo, bosques y pastizales que favorece el traslado a las ciudades; la ocurrencia de desastres naturales como terremotos e inundaciones; el “éxodo de profesionales” o migración de los jóvenes más educados de países en desarrollo para satisfacer las necesidades de fuerza laboral de los países con mayor desarrollo.
Los efectos de la migración tienen consecuencias muy diversas, pero destacan sobre todo las económicas. Éstas pueden presentar aspectos tanto positivos como negativos, ya sea en el país emisor como en el de destino. En muchos países de destino se mantienen industrias y otras actividades económicas que no podrían realizarse sin la colaboración de la mano de obra extranjera. De igual modo, las remesas de los emigrantes, es decir, las transferencias de dinero a las familias que permanecen en las regiones de origen, son frecuentemente una forma de equilibrar su ingreso en los países en desarrollo.
No obstante, hay que considerar la emigración internacional como un problema importante. En los países receptores se originan graves conflictos sociales y resurgen ideologías racistas. Para los países emisores, implica frecuentemente la pérdida de mano de obra. Pero el mayor efecto negativo lo sufren los propios desplazados, ya que esto supone habitualmente la desintegración familiar y profundos cambios culturales.
Aún más grave es la situación de la emigración ilegal, en la que el individuo se ve despojado de los derechos más elementales, sometido a la explotación de mafias y delincuentes. Su situación puede ser más trágica cuando arriesgan y pierden la vida al cruzar las fronteras. Cada año, centenares de personas mueren al intentar cruzar el río Bravo (fronterizo entre México y Estados unidos) o el estrecho de Gibraltar (entre España y África).
Las migraciones nacionales | Las migraciones en el interior de un país son, la mayoría de las veces, causadas por la situación económica y de empleo entre unas regiones y otras. Los flujos en el interior de los países son diferentes entre los países desarrollados y en desarrollo. Suelen dividirse, con base en la duración del movimiento (desplazamiento de las personas), en dos tipos: migraciones estacionales o temporales y migraciones definitivas. Las primeras no sólo tienen una duración menor, sino también un carácter cíclico, pues responden a una especie de oscilación entre los lugares de partida y destino. Las diferencias entre movimientos temporales y definitivos radican en situaciones laborales. un caso es el de trabajadores del campo, que viajan a diferentes lugares de acuerdo con las necesidades de empleo.
En las migraciones definitivas existen diferentes variantes como la migración entre áreas rurales, los movimientos del campo a la ciudad, los desplazamientos entre zonas urbanas y los movimientos desde las ciudades al campo. En el primer caso ocurre cuando la población emigra para buscar nuevas tierras de cultivo, como lo hacen algunos grupos étnicos en África o en la región amazónica. El movimiento campo-ciudad es el más reconocido, y se ha presentado durante todo el siglo pasado en muchos países de América Latina. Su consecuencia es el crecimiento de grandes ciudades como São Paulo o la ciudad de México.
En los países desarrollados, las migraciones interiores que predominan son los movimientos entre ciudades y los de la misma ciudad con su periferia, provocados por la búsqueda de nuevas residencias a raíz de motivos económicos o laborales. Este fenómeno es frecuente en grandes ciudades de Estados unidos, como Nueva York o Filadelfia; o en capitales de países de Europa, como Londres o París.
Para los países en desarrollo las migraciones interiores son importantes, particularmente los desplazamientos estacionales o temporales relacionados con labores agrícolas que demandan mano de obra en ciertas épocas del año o en ciertos trabajos de espacios urbanos (construcción, comercio, servicios). En este último ejemplo es frecuente que sea una migración definitiva. La migración campo-ciudad está todavía presente en muchos países en desarrollo, aunque con menor intensidad que en el siglo pasado.
La migración rural-urbana, del campo a la ciudad, se produce en todo el mundo a un ritmo extraordinario. En 1950, menos de 30% de los habitantes del mundo vivían en ciudades. En 2000 vivían en zonas urbanas, 2 900 000 000 personas, es decir, 47% de la población mundial. Se prevé que hacia 2030 vivirán en zonas urbanas 4 900 000 000 personas, es decir, 60% de la población mundial.