Los seres humanos han provocado cambios en los entornos naturales desde épocas muy antiguas; pero los efectos a escala mundial se han acelerado a partir de mediados del siglo XX. Por lo tanto, se considera de manera general que el cambio ambiental del orbe incluye todas las alteraciones en los sistemas naturales, físicos o biológicos, cuyos impactos afectan la totalidad del planeta.
El notorio deterioro de las condiciones ambientales en el planeta Tierra es resultado, sobre todo, del ritmo y modalidades del crecimiento económico y demográfico mundial. A éstos se agregan los cambios en los patrones culturales y de consumo, que en conjunto contribuyen a alterar y degradar en gran medida los ecosistemas. Si bien el avance industrial ha contribuido a provocar importantes daños a la naturaleza desde el siglo XVIII, ha sido en el siglo XX cuando el nivel alcanzado pone en riesgo la existencia de la humanidad; por ello se afirma que la crisis ambiental es a fin de cuentas una crisis del modelo de civilización dominante.
Las causas de la crisis ambiental son naturales y humanas; sin embargo, es la sociedad el agente de cambio ambiental de mayor magnitud. Existen dos escalas en las que se expresa el cambio ambiental: por un lado, las pequeñas pero drásticas alteraciones que tienen efectos a nivel mundial, como un derrame de petróleo en el mar; por otro lado, aquellos pequeños efectos locales que se acumulan y que influyen de alguna manera en el cambio global, como es el caso del desecho de materiales orgánicos e inorgánicos.
Hoy día se ha conformado una nueva relación entre la población, su entorno natural y el conjunto de ecosistemas que hacen posible la vida humana. Por esta razón se requiere un nuevo tipo de desarrollo económico-social que permita la sustentabilidad a largo plazo, ya que, por su naturaleza, este conjunto de problemas afecta a todas las naciones del mundo y tiene repercusiones globales de amplio alcance.